• Las primeras tareas en la alcaldía Cuauhtémoc; necesaria la participación de autoridades, investigadores, botánicos, agrónomos, horticultores, viveristas y sociedad

México es el cuarto país con mayor diversidad vegetal en el mundo. La mayor diversidad de plantas con flores (angiospermas) son los bosques templados y la Ciudad de México se encuentra rodeada de ellos. Por ello, la metrópoli es parte de un núcleo de alta diversidad mundial, y para conservarla se requiere cuidar, conservar y propagar a esas comunidades. Y una manera adecuada de hacerlo es utilizar las que son viables de acuerdo con las condiciones de la capital, de sus bosques urbanos, parques, avenidas y calles.

Hoy en día sería difícil aspirar a una ciudad completamente verde y llena de flores todo el año debido a la escasez de agua, al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad, fenómenos causados por acciones antropogénicas, lo que obliga a elegir una manera más racional de lo que debe hacerse.

Una de las acciones que desde el gobierno de la ciudad en colaboración con la UNAM han empezado a desplegarse es en la alcaldía Cuauhtémoc, que solicitó el apoyo del Instituto de Biología (IB) de la UNAM para llevar a cabo el proyecto Cien mil árboles.

Se trata de un censo del arbolado urbano calle por calle en sus 33 colonias con el fin de identificar la especie de cada árbol y su estado de salud. La información que se busca reunir en cuatro meses está integrada de unos 30 datos por cada árbol, entre fotografía, ubicación, nombre científico, nombre vulgar, altura, diámetro (a la altura del pecho), si hay plaga o no y si la raíz tiene o no obstáculos para su crecimiento (si rompe la banqueta o no), entre otras referencias.

“Desde el 30 de septiembre empezamos el trabajo de campo. Tras la recopilación de datos pasaremos a la consolidación de la información, presentaremos conclusiones y daremos a la alcaldía una opinión con relación al manejo del arbolado”, apuntó el doctor Jorge Nieto Sotelo, investigador del Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, responsable del proyecto, cuya coordinación en campo está a cargo de los biólogos Ivonne Olalde Omaña y Jerónimo Reyes Santiago, quienes están al frente de un equipo de 46 personas, biólogos en su mayoría, y algunos agrónomos.

¿Un censo para toda la ciudad? Al día de hoy la ciudad no cuenta con un estudio completo del arbolado en parques, avenidas y camellones que ayude a evaluar si vale la pena mantener el existente o debe cambiarse.

“Pero no es necesario tener un padrón exhaustivo para darse cuenta que desde el punto de vista de la sostenibilidad, sin tomar en cuenta la estética, se puede adelantar que muchas plantas no deberían estar simplemente porque requieren de bastante agua para su mantenimiento”, sostuvo Nieto Sotelo.

Desde hace décadas la diversidad vegetal del Valle de México viene cambiando. El crecimiento de la macha urbana ha ido haciendo que desaparezca el rostro original de la cuenca que contaba con un sistema de lagos integrado por los cuerpos de agua de Texcoco, Zumpango, Xaltocan (de agua salada), Xochimilco y Chalco (de agua dulce) y que sostenía una gran diversidad de plantas acuáticas, en la actualidad muy disminuida.

En las franjas ribereñas bordeaban pastizales, y hacia las partes altas el paisaje era de bosques de enebro, encino, pino, abetos y, según zonas específicas del valle, se registraban diversos climas o microclimas con diversa presencia de especies, no todas igualmente distribuidas debido a que el norte de la ciudad era (es) más seco y el sur más húmedo al recibir más lluvia, por lo que la vegetación nativa era rica en diversidad. En la actualidad, muchas especies están en riesgo de extinción y otras están extintas localmente.

La Ciudad de México, sostuvo el investigador, no tiene ninguna especie absolutamente endémica, si acaso hay una subespecie que se recuperó, se propagó en el Jardín Botánico del IB y se está regresando a su hábitat natural. Se trata de una pequeña biznaga, la biznaga de San Ángel (Mammillaria haageana subsp. san-angelensis), que habitaba desde el Pedregal de San Ángel hasta las faldas del Ajusco.

“Sabemos que esta subespecie desapareció hace casi 20 años, nadie la encontraba y es el único ejemplo documentado de una extinción de una subespecie endémica de esta ciudad del que tenga conocimiento, porque hay otras subespecies de M. haageana en Hidalgo, Puebla y Tlaxcala; es decir, como especie no se ha extinto, pero localmente desapareció en su estado natural, pero ahora hay algunos ejemplares que se han propagado en el Jardín Botánico a partir de unos cuantos que se recuperaron gracias a que varios coleccionistas las donaron”.

Otro ejemplo de lo que desde el enfoque botánico se denomina “extinta en hábitat” (que formalmente no está extinta del todo), porque ningún botánico la ha visto en su estado natural en los últimos 50 años, es Furcraea macdougallii, una planta de la familia de los agaves.

En el Jardín Botánico se propagaron por semilla y se contabilizan alrededor de 30 ejemplares adultos, nacidos de la misma progenitora “y de esta planta, que produjo semilla; se enviaron muestras a varios jardines botánicos del país, por lo que creemos debe haber más de cien adultos en estos sitios y, en algunos poblados y en los traspatios de las casas como ornato. Para los estudiosos de la evolución F. macdougallii ya está extinta, pues difícilmente podrá acumular suficiente diversidad genética en los próximos años como para que pueda adaptarse sin problemas a lugares naturales”.

Pero ¿cuánta biodiversidad se ha perdido en el Valle de México?, una pregunta de difícil respuesta, porque no existe ese estudio de manera estricta. Lo que sí hay son varios trabajos históricos acumulados, como el de la Flora fanerogámica del Valle de México de Graciela Calderón de Rzedowski y Jerzy Rzedowski, cuyo primer tomo se publicó en 1979 y donde empieza la recopilación más ambiciosa de estudios que se hicieron sobre el mundo vegetal de la Cuenca de México, a partir de la segunda mitad del siglo XIX y hasta a la fecha. Otro trabajo reciente son los tres volúmenes de La biodiversidad de la Ciudad de México, editado por la Conabio. “El trabajo editado por los Rzedowski permite conocer las especies vegetales de la Cuenca de México gracias a que en los estudios que se compilaron se utilizó el sistema de binominal de Linneo, el cual permite de manera científica ordenar las plantas y describirlas, dejando evidencia científica en herbarios sobre su existencia en un lugar y tiempo determinados que hoy se puede consultar”, refirióel especialista. Entonces, sobre todo localmente, es importante saber qué comunidad vegetal habitaba donde ahora hay una colonia, una zona fabril, una escuela, un centro comercial… obviamente en los alrededores, en las montañas y en las barrancas hay mucha flora nativa, por lo que conocer tanto la biodiversidad actual de una lugar como la que existió en tiempos históricos es relevante para hacer estudios de restauración.

Para rescatar, mantener y recuperar la mayor diversidad vegetal posible de la Ciudad de México se requiere de un plan estratégico para reservas ecológicas, grandes parques y bosques, otra estrategia para calles, avenidas y pequeños parques, e ir informando a la sociedad de la conveniencia de no traer y plantar especies de otros países o regiones, las llamadas exóticas, porque algunas de ellas se pueden convertir con el tiempo en invasoras y afectar la vegetación y la fauna local. Por ejemplo, perjudicar a polinizadores especialistas y beneficiar a los que son generalistas.

El doctor Jorge Nieto, que se enfoca en varias líneas de investigación como agricultura sostenible, biología evolutiva, biología funcional, biotecnología, entre otras, propuso un trabajo coordinado en el que participen botánicos, agrónomos, horticultores y viveristas para crear cadenas de producción nacional, que impulsen la economía local y a la vez fomenten la conservación de la flora nativa.

“Esto es de una gran importancia porque tenemos una gran riqueza y si no está aquí en la ciudad, porque localmente se extinguió, está en los alrededores, porque cuando hablamos de la vegetación de la Cuenca de México, que es bastante diversa, se habla desde el punto de vista geográfico y político: la Ciudad de México, el Estado de México, partes de Tlaxcala e Hidalgo, una región fisiográfica muy parecida y que comparte muchos elementos. Si una especie ya no está aquí, en la ciudad, porque se extinguió localmente, la podríamos recuperar a partir de poblaciones de la cuenca”. Reto Verde de la Red ECOs Con el fin de poner en marcha acciones que favorezcan la recuperación de las zonas verdes de la ciudad, utilizando plantas y árboles endémicos, la Red ECOs de la SECTEI, integrada por las principales universidades públicas, privadas, centros de investigación e institutos nacionales, inició su participación en el Programa de Reforestación de la Ciudad de México: “Reto Verde”.

El Reto busca la preservación del patrimonio natural urbano y los servicios ecológicos y estéticos, así como la planeación a largo plazo de las áreas intervenidas y su contexto urbano. Esta iniciativa del gobierno capitalino, coordinada por la Secretaría del Medio Ambiente, prevé sembrar entre 2019 y 2020 un total de 10 millones de plantas y árboles nativas del valle de México.